noviembre 03, 2006

Invitación


Anda a marinarte
que ya vamos al terror del viejo abismo
donde no tendremos que esperar a que nos coman
pues la sangre va drenando nuestra carne

Y el dolor
es un adormilante
que desata los sabores de la piel.

Triste señuelo,
depredador subacuático se relame
sin lengua despedaza lo que el verbo creó.

Depredador

Mariposas clandestinas revolotean la floración
que tu piel de luna ha obsequiado al cosmonauta
cuando los ladridos del último can
se alejan por entre las olas tenebrosas,
ocultas en el golfo encantado de la omnisciencia,
brontosauro en erguimiento inoportuno.

El animal embiste, zarpa,
mascullando maldiciones
que no son más que la propia desgracia
depredándose.

Bajo el puente

Nunca nadie me advirtió
que debía llevar corbata para cenar.
Nunca nadie me advirtió
que debía mentir para conservar
la cabeza.

He perdido el juicio y lo persigo
a tropiezos con él,
he perdido la carne
y lo prefiero así.

No acepté
despertarme en tu cuna de oro estéril,
me negué
a tu mentira engalanada
por la pura verdad.

Y aquí estoy,
debajo del puente, aquí estoy,
sin hogaza de pan
aquí estoy,
desnuda la mente, aquí estoy,
por la pura verdad.

Y no me digas questoy muerto
y no me digas que lo tuyo es mejor…
o peor.

Sálvate solo

Sálvate solo
no podrás resucitarme
hoy he dado mi perdón a un ladrón malagradecido
que habitaba mi misma cruz
desconocido.


No hay una desviación
no hay un amparo
de tiempo congelado
en el cuarto de atrás

Una hora después…

Desde esta altura estoy indefenso
tan alto como tus pies me pisan
tan bajo como tu mirada me toque
Estoy
trabajando por la generosidad del codicioso
y recibo de segunda mano su bonanza

cada noche duermo con la muerte
enrollando el ovillo que me devuelve el sueño
y los pasos cada mañana
la muerte, tejiendo una capa de tierra
para acurrucarme en su cerrojo

tengo en la cabeza una anciana
que pide unas monedas
y mi pensamiento llooooooooooooraaa
porque no tieeeeeeeneeeee
ideas efectivas
sólo por efectuar.

octubre 21, 2006

21-10-06 la poética de los sucesos


Puede parecer triste          
                                                           y no
pero hay cosas de las que ni dios
nos puede salvar

entonces
no importan ni los hechos                         virtudes
llenas de esfuerzos y talentos
sobrevolándonos la autoconciencia
ni karmas auráticos ni llamaradas del ser
no de ejemplos ni conciertos de totalidad

Algo deviene
            No contra ni desde ni hasta ni dónde     sino para

Nadie nos salva de lo que ocurre en nosotros mismos
cuando es la muerte con sus zarpas que deviene vendaval:

una hospitalidad     de sangre y bienvenida

septiembre 01, 2006

Seres de vuelo


Todos hacemos raíces
enredamos la vida en el suelo y crecemos
en un lugar que cada día se mueve bajo los pies.
La tormenta es la raíz de la deriva:
Ella te encalla y te devuelve la voz
después de contraerte la existencia.
Pero somos seres de vuelo
existimos en el aire y tejemos
nuestro propio manto multiforme
para colocalizarlo donde plazca
y si place se hará plaza.

Donde el manto asiente anclas
abrazar tu alborada sabiduría
con la ígnea aurora entrelazada a nuestros hilos
haciendo cobijo.

agosto 28, 2006

Moscas en la alcoba


Ellas se divierten así todos los días, se alzan cuando despunta el alba y comienzan la búsqueda del alimento. Aunque, en realidad, Margarita no sabe muy bien qué es lo que ellas hacen exactamente cuando alguna bate sus diminutas alas sobre las blancas mejillas; no sabe, pero imagina. Imagina que se la comen pausadamente, que la lamen con su trompa, que le quitan los ácaros o, más bien, se dedican a bajarla de sus nubes nocturnas hacia la realidad del día. Pero lo que está más que claro es que, luego de chuparle los poros y despertarla, comienzan su rutina de juegos aéreos en que, moviéndose de un lado a otro con líneas rectas, describen figurillas como escribiendo palabras para nadie.

Pero, como quien escribe, aunque escriba sólo para sí es inevitablemente leído por el papel, ellas son leídas por el aire; y el aire, con el movimiento, se mueve, y también se lleva lo que han escrito en ella y así, el aire y otra mosca leerán lo que ésta escribió para nadie. Sin embargo, esto no es todo, pues, así como la mosca puede leer en el aire con sus innumerables ojos las danzas de otra mosca distante, también, puede olfatear en el aire los olores con su trompa.

Hasta que, repentinamente, y atraída por la danza, otra mosca viene a volar (o escribir) junto a ésta. Al principio parecen cortejarse y vuelan juntas, siempre a una distancia prudente, escribiendo una e imitando la otra como poniendo a prueba la compatibilidad de la eventual pareja. Pero, ante la primera aproximación inoportuna del pretendiente, ante el impulso equivocado, la mosca de Margarita embiste furiosa y el compañero se convierte en invasor, indeseado.

Y así como baten sus alas, se baten a duelo a un metro y medio sobre el suelo. Se empujan, se golpean, se interrumpen el vuelo como rayando la escritura del otro, repetidas veces. Dos poetas en el aire rayándose mutuamente los versos, garabateando el poema del otro hasta caer, muerto de envidia, por el precipicio de la lucha hacia el suelo de la derrota. Alicaído por el rechazo, echa vuelo por el balcón.

Y Margarita no se cansa de ver a su mosca predilecta, sentirla cuando baja nuevamente a posarse sobre su rostro, otra vez a lamerla como se lame al más exquisito alimento, a sacarla del sopor en que descansa. Inmóvil su cuerpo hace varias jornadas, sin que nadie excepto las moscas la interrumpan en el sepulcro de sus sábanas.

julio 02, 2006

Affaire

A zarpazos me lleva hacia la puerta,
nada más cruzar
y al entrar me desnuda
para darme placer.
Lo recibo.
El placer que me da con sus lacerantes manos surcando el pecho y los besos
es sólo suyo.
Me siembra de escupos los surcos,
fecunda su lengua en mis llagas y gime,
sombríos suspiros retumban el nicho en que me humilla;
me arroja su odio humoroso, increpando irrepetibles bramidos y cae.

Con ambas manos como un nido
coge la planta de mis pies en flor y los besa
con el filo sus dientes hasta la sangre
—hasta los pies fue mi sangre un río una vez—dijo

Sube un peldaño en mi pecho a contemplarse victoriosa en el cadáver del dolor,
y liberando en denso aliento los torniquetes de su gravedad,
levitó.

Suspensa
a centímetros de mí,
encumbrándose entre la solidez del techo
se fue alejando hasta caer, lejos
de la habitación de su cuerpo,
sobre mí.

mayo 05, 2006

Historia de una lobotomía

Bajando la escalera que da hacia los adoquines intransitados, dando cada paso como sobre una espuma, se le apareció la figura de su sombra, que le hacía una reverencia y lo llamó. Eutimio se levantó hacia él y se abalanzó en un abrazo erógeno sobre la aparición de su sombra. Observaba extasiado la gracia de su cabellera y la figura de su nariz que se dibujaba en el suelo al intentar mirarse de perfil. Se revolcaba jovial al distinguir sus ojos en los deslizamientos que su sombra realizaba en cada uno de sus movimientos. ¡El baile perfecto!, gritaba mientras Vicente intentaba insertar en el corcho de la primera botella un tornillo que traía para estos casos. Sólo estuve observando los cortejos, absorto, hasta que la invitación de Eutimio a la orgía con su sombra desató la envidia y su más violenta reacción en Vicente que, viendo cómo sus esfuerzos por consumar sus pretensiones con el brebaje eran aún más infructuosas que la realización de las alucinaciones del “Timi” con su amante sombra que nunca cedía a los goces de su galán. Se lanzó con el tornillo en la mano sobre la cabeza del victorioso enamorado, lo agarró del cuello con el brazo derecho mientras empujaba y giraba el tornillo contra su parietal izquierdo. La sangre corría fuera del cráneo de Eutimio como mosto derramándose del tonel y Vicente, al apreciar el espectáculo de sus esfuerzos con la botella materializarse en la cabeza de su amigo, le besó la frente en admiración por el sacrificio, y se empapó de su sangre derramada, y festejó su propia orgía sobre la orgía de su amigo.

Me quedé sentado, absorto en el desconcierto del Timi luego de su lobotomía, que buscaba el corcho en la botella de Vicente para tapar su gollete y quitárselo de encima. ¡Yo no soy ninguna botella, imbécil!, le decía mientras intentaba refugiarse en el abrigo de su sombra, sin escapatoria. Luego de las patadas y puñetazos que Eutimio lanzaba a todas partes, Vicente acabó por agradecerle tan exquisito banquete pero que por la integridad de su amistad, era preferible descartar la idea de una cita doble.

abril 03, 2006

Habitación infinita


Se ha cerrado la entrada de mi función
su asistencia habita ya la única butaca del pobre escenario de mi vida,
ubicada en sus cinco puntos cardinales, es
el norte que me dirige cuando digo sur
y me traigo poniente con mis montañas valles y semillas
para que la tierra no se oriente sino en sí misma,
el lugar donde habitamos
mi espectador en primera persona y yo.

Mi noche levanta sus cejas,
abre silenciosamente los párpados
en el auspicio de las tantas muertes que se apagan al fin.
El telón siempre ha estado abierto
presentando en solitaria y ambulante propagación,
como residuo de inexistentes días que componen
esta descomposición en que me he vuelto noche,
las líneas que maquillan mi arlequinada cordura.

Y me he ido quedando sin cresta.
Pero mi espalda emplumada hace señas a la inmensidad que se abre
con la habitación que de mí hace esta espectador
cuando abre sus ojos y pare un sol frente a mi
para llenar los párpados y la piel con su magnificente resplandor,
para convocar en esta mutua habitación
la absoluta desnudez de la verdad en que nos vestimos.

Marcado está el inicio
por la primera vocación de la aurora,
nuncio irrefutable de la iniciación del sol
cuando concibe la flora de mis sueños de colibrí infinito.

Espacio con espacio
la distancia no es más que el suspiro con que se la nombra;
cancelar este aprendiz de árbol en espino
es el sino de tu ausencia,
pero entraste en esta noche sin muros y
presencia es la luminiscente morada en que me desenfundas con tu habitar.

Y se multiplica
poblando asistencia se multiplica
convocados nuestros, nuestros frutos florecen sin ser nuestros
sino aprendices de la verdad que son ellos mismos cuando son.

Hemos de habitar nuestra presencia luminosa.

marzo 19, 2006

Oración por ti


He salido del purgatorio para entrar en ti,
mi hogar de luz.
Siempre penitente, te ofrendo el arroyo el río el mar
para que desemboques en mí,
te ofrendo mi vida y me hago deudor de tu aliento.
Magia, que te embrisas y me soplas la música de nuestro hogar,
Favorece esta unión con la prosperidad y el amor sin fin. Amén.

marzo 01, 2006

Un último ofrecimiento



Nada puede esconderse
ante los ojos que ven.
Te he desnudado la vista
y también tu intención.
Me sonríes dispersa y no lo ves
            ya no estoy acá.

Y huyo de tu laceración
le escondo la pista a tu envidia,
perdida en la decepción de no saber
que me oculto detrás de las testas
y debajo del suelo y el cielo y me voy…

Al río de las delicias
donde nace la primera semilla
que transportaré siendo el agua
del valle de las delicias.

Y me baño en tí y no me encuentras.

Esta mujer se desnuda
para darme placer
y en su danza encuentro
la miseria infernal del sicario,
el veredicto infalible de la oscuridad
humeante…

Ahora mejor, me voy con mi cielo al hogar,
al valle de las delicias…
a vivir mejor
a cultivar la verdad
y el entendimiento
allá lejos,
cerca de la soledad.


febrero 27, 2006

Contra los monstruos: Ase


Nuetros molinos de viento
pueden ser difícil enemigo,
oponen su solidez insensata
a la embestida zagáz del ingenuo aprendiz.
No así nuestros gigantes,
Fantasmales contrincantes en la búsqueda de lo invisible,
en el intento por asir
tu majestuosa aparición de flor monumental,
que te besa de rocíos y auroras
y arreboles y boreales para saludarte luna y estrellas y
besar tus rayos con el reflejo de la noche en tu frente cósmica,
y asirte,
derribar los monstruos como a los miedos
para traerte sólida desde tu humedad de hielos patagones
a esta fertilidad de bosques y flores que dan fruto inmortal,
entre estos ríos subterráneos y montañas que alojan
este manantial que crece aprendiz
hacia tu espacio florido de galaxias
que se expanden en tu voz
y se contraen en tu doloroso llanto terrestre.
Ase este pequeño pecho lleno de capullos
y habita este terruño que te invoca sabia
con tus luces de colores y tu rayo inquieto
del que brota intrépida esta órbita celestial
que yergo en tu santo nombre desde ayer y siempre hoy.
Áseme.