noviembre 03, 2005

No se dice, se mal-dice


Es que simplemente yo
no siento con palabras,
ese es el asunto,

es el pensamiento endemoniado
que se escabulle de razón y toda lógica
luego de besarle las bocas;

esconderse en las palabras-signos-números
es huir                       del indecible;

es la visión de las palabras
es ver
            cómo se deslizan en su imagen
            intentando romper los márgenes del dibujo y salir,
saltar fuera de sí y presenciar, a c o g e r s e

oculta en voces que no dicen si no hablan,
formando y avalando un mundo incapaz de contenerse,
obrando un relato fragmentado en lo real
y delirante de autosuficiencia…

            el hombre
                        es un concepto incapaz de revertirse

Besarle las bocas a la razón y
            gracias, pero no;
yo amo la indecibilidad de ser
            contenedor y contenido y contener
esta a-conceptualización inexpresable sin embargo presente;

tan presente y perceptible como piel y sudor y
viento y calor y frío, oscuridad y luz,
pero inasible
inmedible
impredecible
incontrolable

es que simplemente
            se intenta traducir
para traer a presencia los amores y desvaríos
que el dibujo arbitrario de la forma me ha confiado:
lo que el nombre no puede contener,
la no-palabra,
el juego inverbal de ser
            y no tener más excusa que este intento de traducción
para presentar explicaciones a quien las pida,
            aunque esto                                                 no diga realmente lo que dice.

Interrupciones a la hora del té

Este amparo de nubes bajo mi luna
trae el aroma y sabor del silencio
despejado en una noche sin peces
cortando el aire.
Ausente de transeúntes perversos,
se oye el agua bajo el suelo como brotando
del alcantarillado cerebral de los durmientes,
escurriendo el río subterráneo de la vida.

Quieta la atmósfera
del vago rumor que gobierna las horas,
se acercan pompones de azúcar
en ronda imprecisa mientras cantan
sonatas invisibles al viento
en su cósmico escenario.

Comienzan las aguas a reunirse en gota
y los peces, infames, se levantan
en pira catastrófica contra el silencio
mientras mi espíritu ronda
a la intemperie de mis pensamientos.
Me ampara un amplio velo blanco bajo la luna,
que se afana en escurrirse
para rozarme y conversar
junto a la ausencia de mi usual
téycigarro…

Repentinamente se desvanece en fuga,
barrida por la mutilante aparición
de los sonidos accidentales del fuego,
enturbiando el calor de una plática secreta.
Renace el tiempo y acorta sus lapsos
que recubren la atmósfera con el murmullo delirante
de horarios y alarmas y motores
y buenos días y mande usted…

No me place,
el instinto gregario no me place,
me interrumpe.

La niebla en el cuerpo


La niebla no se siente bien cuando se la palpa
junto a un incendio en el occipital derecho;

son las vicisitudes de tener el occipital dañado
que se posa descontento en el frontal y cabalga
como si el cosmos interno en mi sien
se confabulase infernalmente
contra cualquier intento de sinapsis antigravitacional,
lucha por brotar desde el tapón capilar en que se ha transformado
cada folículo piloso sobre mis orejas;

de suerte que el oído medio
no ha quedado desvalido ante la sagacidad brutal
de mi tubérculo craneal;

Tribulaciones no matan,
incitan al autodesvanecimiento,
a los paseos espectrales
que sólo permiten una mirada
al antipaisaje bajo mis pies.

Descalza la mente,
comienza la poda instantánea de los pavores,
aquellos recurrentes pavores que alejan al humano
de su antonomasia
e invocan el humo existencial que me incendia.

Hay que descalzar la mente de todo vicio adquirido
Aunque el costo sean los zapatos más cómodos que se ha tenido.

El retorno de las efemérides

Había olvidado las fechas nefastas de mi experiencia
hasta que me trajeron a colación
el calendario oculto de mis desgracias,
el completo sumario de mis pecados.

Todo se traduce en deudas impagas.

El ramaje de la memoria


Como nudos en el ramaje de la memoria
sufrimos golpes, desdenes
que el follaje se encarga de cubrir.
Así son las piedras en el fondo del cauce,
causa del oleaje en el carrusel de la vida,
turbulencia en el vuelo infinito de la creación,
somos obstáculo y solución,
somos albatros y su traidor.
Pero no nos detenemos sino ante nosotros mismos
cuando el reconocimiento,
cuando se nos juega la voluntad y la concordancia
en el espejo terrible del tiempo
y se nos despierta el germen
justo cuando se acaba el sol.

Las espinas,
sudorosas, ya no clavan en la oscuridad sus puntas
para desinflar la noche y abrir astros
para ver si hay más allá.
Tras el manto
aguarda una savia generosa
de virtudes en flor y capullos de verdad
irguiéndose majestuosos como claridad
al augurio del sol.

Extensiones de luz
son nuestras flores
que amanecen en el insospechado humor
que nos envuelve como habitación y peldaño.

octubre 31, 2005

9,8 la aventura

Corriendo los tejados, huyendo

el desaparecido le imputa

¿qué?, ¿te detienes justo cuando todo va bien,

cuando todavía no sonó la alarma y lo hecho

aún no existe?

corre

corre, que vamos a desaparecer,

nos saltaremos el foso de los lamentos insospechados

con la sospecha como propulsión

y la certeza como impulso.

Libélulas luminosas aleteando las desgracias:

no desafíes la fortuna que acompaña cada salto

discutiendo con el miedo como espejo.

¿Cuántas veces saltaste agradeciendo el impulso,

despertando en el sueño suspendido,

cuando el alba a tus ojos aún no admira?

Desvístete del temor y abrígate en la certeza

en cada levitación esplendorosa,

en cada encumbramiento habitado.

Sólo descálzate de tus 9,8 razones para gravitar y

¿Saltas?

agosto 24, 2005

Transmutaciones

Sucede que pocas veces nos varía el cuerpo,
el panóptico personal desde donde vemos pasar el mundo,
desde donde vivimos el tiempo.
Pocas veces nos sucede que el cuerpo es una caparazón exquisita
que se desliza acariciando el mundo,
permeabilizándose del aire agua y sol.
Cada vez que la sensaciones se nos revuelcan hacia el interior,
y nos vuelca el interior en sensación
renacemos con la alegría de un niño en resplandor,
cuando cada día es nueva travesía
nueva exploración
un redescubrimiento del mundo y del tiempo.
Cada vez que variamos el prisma o prescindimos de él,
nos cambiamos de forma y saltamos el espacio,
cuando soy intrépido transeúnte, cuando abundo en el sol,
vivo el roce infalible del viento
que me encumbra me besa
con su rayo incandescente me suspende en él…

De súbito caigo en la cuenta que las imágenes
se develan simultáneamente, cual espectros en fuga, y
despavoridas huyen
las imágenes, al vestirse el día huyen
de trajes y sombras que ahuyentan a los perros y ladran,
con sus automóviles ladran,
y te lanzan un aullido un ladrido,
con presionar un botón para que la máquina reaccione por él
con latones como coraza contra aire sol y viento,
contra las inclemencias del tiempo,
como pájaros ante la caza,
huyen de la cacerola o la sartén.

Un sol, agua y lava
la generosa tierra es la piel germinante que,
al abrigo del tiempo y al azote del sol y sus humedades, palpita
p a l p i t a…
El calor de la tierra me hará renacer
en brote fuerte y generoso
como fuerte ha sido el dolor
y generosa ha sido la vida
que me renace y me reclama
y me vuelve a arrojar sobre ella
para poblarla con mi aliento y
recorrerla toda con mi abrazo.
Portador de su vida, su luz y obscuridad,
renacido ante las bestias y otras especies,
se me obsequia el hallazgo, adjunta la espera,
y un poco de tiempo
pero el tiempo entre las especies no es infinito y yo
vivo entre los hombres:
esa especie maldita,
favorecida con gran seso
pero condenada a la ceguera
a no ver más que velos ante la verdad
a desconocer su propio mundo y temer
a lo desconocido temer
a lo cotidiano y lo extravagante temer
temer y defenderse
para que nada ni nadie
los asuste ni remezca
y así aguantar...

hasta que un día, cuando abran los ojos y vean
sus sombras en llamas y el fantasma de la muerte
bajar desde el cielo con una canasta
llena de armas y un farol
para alumbrar a los ojos y dirimir
si obsequiar el tiempo la tierra y su beso o
condenar a elegir dentro de la cesta
y esperar
luego contar hasta diez
y caer fulminante,
entre gritos y carcajadas espantosas,
sobre un pantano de sangre y
escombros que son brazos y cabezas y pechos palpitantes
y un peso de cien mazos y látigos y
cuchillos que desgarran tendones y músculos
para el degüelle:
arrancan dientes y uñas y descubren
los huesos para luego quitarlos y quemar las entrañas,
faenados
cada día
eternamente,
para el deleite de los monstruos


Besado por la muerte en las mejillas.
Le conozco de pequeño
en extrañas aventuras
me ofreció su sombra cuando evadía el sol,
una plática entre desconocidos,
nada formal;
me mostró un sendero en la montaña y una cueva,
me habló del oficio, de los hombres y el dolor,
su enflaquecido cuerpo y palidez
por la falta de alimento fresco y sano:
es rapaz, no carroñera
y las presas tienen ya su carne magra
(está la muerte que se muere por inanición).
A su labor está anclada con pasión:
es la última portadora de justicia
luego de la destitución de la tuerta al descubrirla
empeñando la balanza y la espada para apostar por un caballo
y se perdió en la política:
hablando en ciudades, plazas y patios,
repartió abrazos y fotos,
prometió casa, salud y educación y
bajo otro nombre se escabulló.

Me quitó su refrescante sombra y se alejó,
haciendo arder mi sombra y despertarme en sol.

Pocas veces ocurre que nos varía el cuerpo,
nos transfigura el rostro,
nos transmuta un beso, un arrullo con la muerte
y un guiño:
ahora busca, entre presas y carroña,
y yo cargo
con mi propio farol
cargo.