junio 08, 2008

Interrupciones



Sentado en uno de los sillones de la habitación, interrumpiendo el vaivén de su pensamiento con los ruidos de los automóviles que rasgan el aire y el cemento en el exterior, rasga la frecuencia de sus pensamientos y oye, en el televisor el discurso del maníaco de la sitcom de la tarde, puesta ahí para interrumpir los pensamientos y el murmullo que se dispara en la consciencia para desvirtuar la vida.
El mundo es un columpio de la imaginación, que, como dicen en la tele, anda en la ondaswaves de una frecuencia magnética mucho más potente, porque tiene materia, que hacen las demás gravitar hacia ella. Pero el sujeto de protagonismo antagónico tiene el poder de cambiar entre las frecuencias del mundo a la personal de cada sujeto para así intervenir, como hacen los vehículos y los gritos del vecino en las ondaswaves del que cree que piensa.

Meterse en el pensamiento de otro. Interesante experimento, teniendo a mano el viejo transistor que una vez adquirió en el remate de la compañía de bomberos. Meterse en el pensamiento de otro, se repetía mientas buscaba entre los cachureos y las antiguas colecciones que solía tener. Meterse en el pensamiento de otro, oírlo en la radio mientras hago de cenar y mientras duermo. Meterse en, ¿pero cómo saber dónde están?, y pensar en las distancias y oír su falacia venir por la radio. Meterse a percibir en el aire las ondaswaves que en su murmuro oculto están, navegando en el sentido de su propia conversación interna. Meterse, meterse… y el aparato nada que funciona, cuando la tele interrumpe este vaivén por el oído y ve, las primeras frecuencias revelándose ante él, transmitiéndose por el aire bondadosa y dotando de colores que brotan del transistor  con la forma de un jaguar,  decapitando la presa como el pensamiento del infiltrado, influido por la interrupción.

Interrupto el pensamiento con la frecuencia equivocada. Falta concentración y/o práctica en el pensar y no ser desalojado de esa cabeza.