enero 20, 2008

Conmiseración



¿Acaso las vacuolas, perezosas, ya no quieren tu mar?
ondula la barcaza desde el precipicio del sur
cuando las ondas del aire acuden al retiro de la sal
que se calcina entre las uñas del tiempo y su sangre,
sangre de la antigua alianza eterna que tenemos con el sol.

Los puentes de tu salvación están trenzados
de oreja a oreja.