Nada puede esconderse
ante los ojos que ven.
Te he desnudado la vista
y también tu intención.
Me sonríes dispersa y no lo ves
ya no estoy acá.
Y huyo de tu laceración
le escondo la pista a tu envidia,
perdida en la decepción de no saber
que me oculto detrás de las testas
y debajo del suelo y el cielo y me voy…
Al río de las delicias
donde nace la primera semilla
que transportaré siendo el agua
del valle de las delicias.
Y me baño en tí y no me encuentras.
Esta mujer se desnuda
para darme placer
y en su danza encuentro
la miseria infernal del sicario,
el veredicto infalible de la oscuridad
humeante…
Ahora mejor, me voy con mi cielo al hogar,
al valle de las delicias…
a vivir mejor
a cultivar la verdad
y el entendimiento
allá lejos,
cerca de la soledad.
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