noviembre 13, 2009

El árbol del vacío

Despacio.
Las aves pasan su rasar el aire
más livianas que las hojas en el sauce,
tan curtidas como este nogal.
Cubiertas las ramas,
una pluma cae, diez
y treinta perdigones rozan contra el viento.

Un cernícalo sabe mejor lo que pasa y
se queda en sus pinos.
Un tucúquere sabe mejor dónde está el mar
y prefiere el canelo.

Lento.
Un triste trueno se arrastra por el cielo
mitigando el coraje de águilas y bandurrias.
La velocidad suspendida en una pluma,
en un pincel, una piedra, una hoja.
El tiempo juega en el espacio como el sol
en la tierra, como llenar un cuadro, un papel.

El vacío de una hoja cae hasta mis manos
suspendiéndome en el tiempo del sueño,
lejos del llamado del tue-tué.

Detenido.
Esta mina abandonada que no sabe de días,
nunca duerme, atragantada de sí
(en sus paredes sólo queda el sudor del agotamiento).
Es un nudo sin cabos sueltos,
el laberinto sin custodio ni escotilla.
Cavo, cavo
y sólo caigo entre túneles sin fin.
Cavo, cavo
y esta gota, este rocío
sólo me indica que la copa ya ha sido acabada,
que el banquete ya se apagó,
que en esta garganta loca del mundo
sólo queda trepar paragarrar fruto,
paragarrar aire,
trepar
o agachar la cabeza.

Viejo.
Las arrugas de estos muros se identifican en mi rostro
a medida que tanteo este espejo vil.
Por eso este árbol del vacío cayó en mí.
Por eso esta hoja ni viva ni muerta,
esta pluma sin vuelo,
se tiende en mi cabeza.
Por que los puentes de mi salvación están trenzados
de oreja a oreja.

1 comentario:

Miguel Eduardo Bórquez dijo...

Leí por aquí y por allá, por acullá también. Buenos poemas puedo decir (vanidosamente, por cierto), incluso aquel "Chile mira a sus poetas", que aún siendo quizá liricamente el más débil o cuestionable de todos, tiene profundidad, sustento y convicción, además de una opinión/apreciación que comparto a cabalidad. Buenos poemas; un sahumerio disfrutable. Saludos.