Nuetros molinos de viento
pueden ser difícil enemigo,
oponen su solidez insensata
a la embestida zagáz del ingenuo aprendiz.
No así nuestros gigantes,
Fantasmales contrincantes en la búsqueda de lo invisible,
en el intento por asir
tu majestuosa aparición de flor monumental,
que te besa de rocíos y auroras
y arreboles y boreales para saludarte luna y estrellas y
besar tus rayos con el reflejo de la noche en tu frente cósmica,
y asirte,
derribar los monstruos como a los miedos
para traerte sólida desde tu humedad de hielos patagones
a esta fertilidad de bosques y flores que dan fruto inmortal,
entre estos ríos subterráneos y montañas que alojan
este manantial que crece aprendiz
hacia tu espacio florido de galaxias
que se expanden en tu voz
y se contraen en tu doloroso llanto terrestre.
Ase este pequeño pecho lleno de capullos
y habita este terruño que te invoca sabia
con tus luces de colores y tu rayo inquieto
del que brota intrépida esta órbita celestial
que yergo en tu santo nombre desde ayer y siempre hoy.
Áseme.